lunes, 30 de julio de 2018

MONOGRAFÍA


















ÍNDICE


A
ALERGIA A LA PROTEÍNA DE LA CARNE 18
ALERGIA A LA PROTEÍNA DE PESCADO   20
ALERGIA A LAS PROTEÍNAS DEL HUEVO DE GALLINA 19
ALIMENTOS PERMITIDOS                               13
ANEXOS                                                                 22
B
BIBLIOGRAFÍA                                                      24
C
CARNE Y PRODUCTOS CÁRNICOS                4
CONCLUSIONES                                                  21
D
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO                   9
F
FÓRMULAS UTILIZADAS EN LA ALERGIA E INTOLERANCIA A LAS PROTEÍNAS DE LECHE DE VACA     14
I
INTRODUCCIÓN                                                   2
L
LECHE Y PRODUCTOS LÁCTEOS                    3
M
MANIFESTACIONES CLÍNICAS                       6
P
PESCADO Y MARISCOS                                      5
PROTEÍNAS DE LECHE DE VACA                   6
R
RECOMENDACIONES GENERALES              12










INTRODUCCIÓN

Los alimentos de origen animal no son esenciales para una dieta adecuada, pero son un complemento útil para la mayoría de las dietas, en especial las de países en desarrollo que dependen sobre todo de un alimento básico rico en carbohidratos, como un cereal o una raíz tuberosa.
La carne, el pescado, los huevos, la leche y los productos lácteos, suministran proteína de alto valor biológico, que en general es un buen complemento de los alimentos vegetales con un contenido limitado de aminoácidos. Las proteínas son los componentes fundamentales de la estructura de los seres vivos. Las proteínas son moléculas muy grandes, formadas por componentes más sencillos llamados aminoácidos. Existen sólo 20 aminoácidos que se combinan entre ellos, a veces hasta varios miles, para formar las proteínas de todos los seres vivos. Los miles de combinaciones posibles dan lugar a miles de proteínas distintas. Al alimentarnos, nuestro aparato digestivo descompone las proteínas de los alimentos en aminoácidos, y luego el organismo utiliza esos aminoácidos para formar las proteínas propias.
Estos productos son además ricos en otros nutrientes. El hierro suministrado por la carne y el pescado se  absorbe con facilidad y mejora la absorción del hierro de los alimentos básicos comunes como arroz, trigo o maíz.
Sin embargo estas proteínas son una fuente de potenciales alérgenos para los individuos atópicos, responsables de una respuesta IgE específica capaz de producir numerosas reacciones alérgicas. Todo organismo rechaza las proteínas de otros seres vivos, con unos mecanismos de defensa. Si no logramos digerir correctamente las proteínas de los alimentos, algunas de ellas pueden penetrar en nuestro organismo. La alergia es una reacción contra proteínas extrañas que se han saltado las primeras barreras de defensa del organismo. Ante nuevas entradas de esas proteínas extrañas, aparecen los síntomas de alergia, que son un mecanismo de alarma y de defensa
La respuesta IgE específica puede reconocer estructuras de una misma familia con distintos grados de similitud entre diferentes especies de animales.
Por último, en ocasiones, las reacciones relacionadas con estos alimentos pueden implicar mecanismos inmunológicos no mediados por IgE, y en otras puede ser el resultado de contaminantes tóxicos que pueden simular reacciones alérgicas.
Los síntomas de una alergia alimenticia pueden manifestarse:
         En la piel, como una dermatitis o urticaria.
         En el aparato respiratorio, como asma, tos irritativa o mucosidad.
         En el aparato digestivo, como vómitos, diarrea, dolor abdominal.
Los alimentos que más frecuentemente producen alergia son los de origen animal: huevo, pescado, proteína de la leche de vaca, carnes y mariscos. Aunque también los vegetales pueden contener alérgenos, y entre ellos los más frecuentes son las legumbres, los frutos secos y ciertas frutas.
No sólo producen alergias los alimentos en sí, sino que también es importante evitar los alimentos que pueden contener trazas del alérgeno en cuestión, que producirían los mismos síntomas que el alimento.
Las alergias más frecuentes son:
         Alergia al huevo y trazas de huevo
         Alergia a las legumbres
         Alergia al pescado y marisco
         Alergia a la proteína de la leche
La leche de los animales y otros productos lácteos son altamente nutritivos y pueden desempeñar una función importante en las dietas de los seres humanos (niños y adultos). La composición de la leche varía según el animal del que proviene, y satisface la velocidad correcta de crecimiento y desarrollo para las crías de estas especies. Por lo tanto, para los niños, la leche humana es mejor que la leche de vaca o cualquier otro producto lácteo. La lactancia exclusiva, sin otros alimentos o líquidos, es el método óptimo de alimentación durante los primeros seis meses de vida de un bebé. Continuar la lactancia por varios meses más es de gran valor, mientras que se habitúa el niño a otros alimentos. Si la leche materna se mantiene como el principal alimento del niño durante el segundo o tercer año de vida, entonces no es necesaria la leche animal en su dieta.
La carne es generalmente definida como la parte blanda entre piel y huesos (principalmente músculos) y las vísceras (por ejemplo, hígado y riñones) de animales (mamíferos, reptiles y anfibios) y aves (particularmente pollo). La carne algunas veces se subdivide en carne roja (vacunos, cabras, ovejas, cerdos, etc.) y carne blanca (en especial, aves de corral). Los animales que suministran carne pueden ser domésticos o salvajes. La cantidad de carne que se consume en general depende de factores culturales, del precio de la carne con respecto a los ingresos y de la disponibilidad.
La carne contiene aproximadamente 19 por ciento de proteína de excelente calidad y hierro que es bien absorbido. La cantidad de grasa depende del animal del que viene la carne y del tipo de corte. El valor energético de la carne aumenta con el contenido de grasa. La grasa en la carne es bastante alta en su contenido de ácidos grasos saturados y colesterol. La carne proporciona además cantidades útiles de Rivoflavina y niacina, un poco de tiamina y pequeñas cantidades de hierro, zinc y vitaminas A y C. Las vísceras o menudencias (órganos internos), en particular el hígado, contienen cantidades mayores. Las vísceras tienen una cantidad relativamente alta de colesterol. En general todos los animales - salvajes y domésticos, grandes y pequeños, aves, reptiles y mamíferos - suministran carne de valor nutricional bastante similar. La principal variable es el contenido de grasa.
En el mundo entero, se consume una amplia gama y variedad de animales. No todos ellos son populares en todas partes. Existen ciertos alimentos que son populares en algunas partes de los trópicos y el este asiático - como langostas, saltamontes, termitas, hormigas, moscas de lago, orugas y otros insectos; mandriles y monos, serpientes, caracoles; ratas y otros roedores; gatos y perros - que no entran en las dietas de Europa o América del Norte. Asimismo, los franceses se deleitan con las ancas de rana y la carne de caballo, y los ingleses y los japoneses con las anguilas y ostras crudas, gusto que no es compartido por muchas personas que viven en otros lugares. Apetecidos o no, sin embargo, todos estos alimentos son nutritivos y contienen proteína de alto valor biológico.
La carne contaminada puede causar enfermedades. Es indispensable mejorar las condiciones asociadas con la producción de carne para consumo local o familiar y más importante aún para la venta comercial. Para que el consumo humano de carne sea seguro, son esenciales las prácticas higiénicas a todo nivel, desde la finca que la produce, el beneficio en los mataderos, hasta el vendedor al detalle y la cocina. Casi todos los países tienen normas que regulan la higiene de la carne y las autoridades son responsables de aplicarlas, pero su efectividad varía mucho.
El pescado y los mariscos, como la carne, son valiosos en la alimentación debido a que suministran una buena cantidad (en general 17 por ciento o más) de proteína de alto valor biológico, sobre todo aminoácidos que contienen azufre. Son especialmente buenos como complemento de una dieta basada en yuca, que aporta poca proteína.
El pescado varía en contenido de grasa, pero casi siempre contiene menos grasa que la carne y suministra además tiamina, Rivoflavina, niacina, vitamina A, hierro y calcio. Contiene una pequeña cantidad de vitamina C si se consume fresco. Los peces pequeños del mar y los lagos, como las sardinas y arenques pequeños (dagaa en Tanzania, kapenta en Zambia) se consumen enteros, incluso sus huesos que suministran gran cantidad de calcio y flúor. El arenque (dagaa) seco, por ejemplo, puede contener 2 500 mg de calcio por 100 g. Las vísceras de los peces no se consumen habitualmente como parte de la dieta. Sin embargo, el hígado de pescado y los aceites de pescado son fuentes muy ricas en vitaminas A y D. La cantidad varía, generalmente con la edad y especie de los peces.
Dondequiera que haya disponibilidad de agua, los peces ofrecen una forma sencilla para aumentar el consumo de proteína. Debe darse mayor apoyo y difusión a la construcción de lagos para acuicultura, siembra de peces en represas y mejores métodos de pesca en ríos, lagos y el mar.
Hay una gran variación según la región en la diversidad de peces que las personas comen. Si se estimula a los niños de los distritos costeros a recoger erizos, babosas de mar, lapas y las numerosas criaturas marinas comestibles, lo mismo que a los niños del interior a que recojan langostas y moscas de lago, se pueden mejorar considerablemente las dietas deficientes. La introducción de lecciones de natación en clubes juveniles y como una actividad de desarrollo comunitario, puede promover el desarrollo de este pasatiempo, así como la pesca para fines de recreación y de lucro; el temor al agua debido a la incapacidad de nadar es un impedimento para realizar estas actividades, especialmente entre las personas jóvenes que no viven cerca del agua. 1
La alergia a leche de vaca es la alergia alimentaria más frecuente en los lactantes y niños pequeños, afecta a un 2,5% de la población.
Las proteínas de leche de vaca se encuentran entre los primeros antígenos con los que el niño tiene contacto, habitualmente es el primer antígeno no homólogo que el niño recibe en cantidades importantes. La alergia a proteínas de leche de vaca (APLV) es la patología por alergia alimentaria más común en el niño pequeño, pero es infrecuente en los adultos.
La mayoría de niños alérgicos a proteínas de leche de vaca adquieren tolerancia a la misma espontáneamente. La alergia no mediada por IgE tiende a resolverse más precozmente en la infancia, mientras que la alergia IgE mediada puede persistir hasta la adolescencia y más.2
Un alérgeno (palabra que puede también escribirse como alérgeno, aunque la Real Academia Española recomienda la forma esdrújula alérgeno) es una sustancia que puede provocar una reacción de hipersensibilidad denominada alergia. En algunas personas, el sistema inmune considera a los alérgenos "extraños", "ajenos" o "peligrosos", reacción que lleva la liberación de sustancias que alteran al organismo, lo que da lugar a los síntomas propios de la alergia. Generalmente esta hipersensibilidad está predispuesta genéticamente en algunos individuos o familias.3
Las manifestaciones clínicas pueden clasificarse por la cronología de la aparición de los síntomas (inmediata, intermedia o retardada) y por el órgano o sistema afectado, por lo que la alergia se presenta en forma de síndromes.
1)      Reacción inmediata, mediada por IgE

a)      Síndrome de alergia oral: Se manifiesta inmediatamente al contacto con el alérgeno. Incluye prurito, edema y hormigueo en labios, lengua, paladar u orofaringe y, ocasionalmente, broncoespasmo. La manifestación en piel puede iniciarse con el solo contacto de la leche sobre el labio del niño, con eritema, angioedema y urticaria.
b)      Anafilaxia: Se presenta inmediatamente o a minutos de la ingesta de la proteína. Generalmente se expresa con exantema o urticaria en piel, con hipotensión o sin ella, con tos o broncobstrucción, o con formas más graves de compromiso respiratorio que ponen en peligro la vida del paciente.

2)      Reacción intermedia mediada por células T
Síndrome de enterocolitis: Es una forma poco común de manifestación en la que se asocian náuseas, vómitos, hipotonía, palidez, letargo y diarrea que aparece pasadas 1-3 h de la ingesta de la proteína, pudiendo acompañarse de deshidratación y acidosis. El niño puede impresionar séptico.
3)      Reacción retardada mediada por células T
Enteropatía por proteína alimentaria: Enfermedad caracterizada por diarrea crónica resultante de malabsorción intestinal. Los síntomas incluyen: diarrea crónica, esteatorrea, distensión abdominal, anemia grave y retraso de crecimiento. Puede desarrollar enteropatía perdedora de proteína que conduce a edema por hipoalbuminemia y grave impacto nutricional.
4)      Reacción intermedia o retardada, no mediada por IgE
Proctitis y proctocolitis: En general se presenta en el primer trimestre y es la forma clínica más frecuente en niños alimentados exclusivamente con leche materna. En general son niños que lucen saludables y cuyo único síntoma puede ser el hallazgo de sangre (trazas o estrías) en la materia fecal, con moco. La pérdida de sangre puede ser mínima y es rara la presencia de anemia.
En niños alimentados con leche de vaca, la persistencia e intensidad del sangrado pueden agravarse, con anemia por pérdida, por lo que pueden requerir internación, transfusiones de sangre y endoscopia digestiva baja.
5)      Reacción de mecanismo mixto, mediado por células y por IgE
Esofagitis eosinofìlica: Este cuadro puede presentarse no sólo en el primer año de vida; es más frecuente en niños mayores y se observa aun en adultos. La expresión clínica es el reflujo gastroesofágico que no responde al tratamiento habitual. Con vómitos y regurgitaciones, trastornos en la alimentación e irritabilidad, a los cuales pueden agregarse dolor abdominal. Los síntomas pueden ser intermitentes o esporádicos y agravarse en niños mayores o adultos con disfagia y estrecheces de alimentos.
Gastroenterocolitis eosinofílica: Es un cuadro poco frecuente y muy heterogéneo. La localización y la profundidad de las lesiones que acompañan este cuadro determinan las distintas manifestaciones, que se clasifican en formas: mucosa, muscular y serosa.
El compromiso de mucosa se asocia a diarrea, náuseas, vómitos, sangrado o malabsorción. Si afecta el intestino delgado se puede presentar como enteropatía perdedora de proteínas y retraso de crecimiento. La afectación de la muscular produce síntomas obstructivos y la de la serosa, ascitis eosinofílica.
En casi el 50% de los casos hay dolor abdominal, vómitos y diarrea. Es frecuente el fallo de crecimiento y la dismotilidad gástrica.
En estos cuadros, la confirmación diagnóstica es endoscópica y se requiere evaluación histológica, que se caracteriza por el infiltrado eosinofílico en los tejidos. La eosinofilia periférica ocurre en dos tercios de los pacientes.
·         Otras formas clínicas de presentación
Vómitos. Símil reflujo gastroesofágico: Más frecuente en el primer semestre de la vida. Cuadro caracterizado por vómitos, que puede asociarse con mal progreso de peso, irritabilidad y rechazo del alimento.
Constipación: Esta forma de presentación es controvertida y frecuentemente su diagnóstico es dificultoso. Se asocia a pujos y tenesmo pre evacuatorio, exantema perianal, fisuras y eosinofilia rectal.
Irritabilidad-cólicos: Con frecuencia, se lo considera parte de la sintomatología de todo cuadro de APLV. El mecanismo fisiológico de los cólicos en los niños es poco claro. No son mediados por IgE y el papel de la alergia alimentaria como agente causal o factor predisponente es discutido, con bajo nivel de evidencia científica. Debe considerárselo solamente en aquellos lactantes con irritabilidad sin patrón horario definido, llanto por más de 3 h por día y, si se asocia a rechazo de la ingesta o exacerbación postprandial, con deterioro ponderal.
·         Manifestaciones extra gastrointestinales
Cuadros dermatológicos: La dermatitis atópica se asocia al aumento de la permeabilidad intestinal.2 Extensas urticarias pueden ser atribuidas a alergias alimentarias pero también pueden originarse por otras causas.
Cuadros respiratorios: Rinitis, hiperreactividad bronquial, asma y hasta otitis serosa media, si bien siempre se relacionaron a alérgenos inhalatorios, recientes estudios indican que además podrían estar involucrados mecanismos de alergia alimentaria.
Otras posibles manifestaciones: Enfermedades articulares, edemas recurrentes, cefaleas, migraña, y síndrome de fatiga crónica. En estas probables presentaciones no está establecida la asociación con reacciones inmunológicas anormales. 4
El diagnóstico correcto de la alergia a alimentos no sólo es crucial para realizar un tratamiento adecuado sino también para evitar dietas innecesarias que suelen ocasionar trastornos sociales, familiares y nutricionales. La metodología diagnóstica de la alergia a alimentos ha cambiado poco en los últimos años, sin embargo los recientes avances en técnicas de biología molecular, genómica y proteómica, han permitido desarrollar nuevas pruebas de laboratorio que han demostrado que podrán ser útiles en un futuro para el diagnóstico de alergia a alimentos IgE mediada. Sin embargo las pruebas dirigidas a determinar el mecanismo inmunológico (probablemente mediados por células T) no están validadas suficientemente ni estandarizadas.
El objetivo fundamental de las reacciones alérgicas a alimentos es el establecimiento de una asociación causal entre el alimento y manifestaciones clínicas referidas por el paciente y la identificación del mecanismo inmunológico subyacente. El diagnóstico de la hipersensibilidad a alimentos se basa en tres aspectos fundamentales: en primer lugar, demostrar que la reacción ha sido causada por un alimento (diagnóstico clínico); realizar el diagnóstico diferencial con otras causas de reacción alimentaria no alérgica, y demostrar finalmente el mecanismo inmunológico implicado (diagnóstico patogénico).
La historia y la exploración clínica inicial son fundamentales para identificar el alimento responsable de la clínica, mientras la anamnesis determinara las posteriores pruebas a realizar.
En la segunda etapa (diagnóstico patogénico) se trata de confirmar la sensibilización al alimento e identificar el mecanismo inmunológico implicado (mediado por IgE o no). En el caso de reacciones inmediatas, la historia clínica se complementa con la demostración de IgE específica frente al alimento implicado, mediante pruebas cutáneas y/o determinaciones en suero. Estos dos métodos, aplicados en reacciones inmediatas tienen una sensibilidad diagnóstica y un valor predictivo negativo aceptable pero una baja especificidad. En el caso de reacciones no inmediatas (d. atópica y enteropatías eosinofílica), la aplicación de las pruebas alérgicas tienen rentabilidad inferior. Se considera que la PODCCP (provocación oral doble ciego controlada con placebo) es la única prueba definitiva. Sin embargo, es una prueba compleja, consume muchos recursos y tiempo, y no está exenta de riesgos. La metodología utilizada en el diagnóstico es la misma para cualquier edad y su rentabilidad es similar en todas las edades. Sin embargo, la alergia a alimentos presenta la característica de situación clínica dinámica y que en los niños, suele tener evolución clínica hacia la tolerancia, por lo que los resultados que obtengamos deberán interpretarse en el momento evolutivo de la enfermedad. No existe una sintomatología patognomónica de la alergia a alimentos. El paciente puede presentar un amplio abanico de síntomas, que abarcan desde eritema peri oral a la anafilaxia. Es fundamental un alto índice de sospecha. Los signos de sospecha de alergia alimentaria son muy variados algunos de los cuales son descritos a continuación:
         Manifestaciones gastrointestinales inmediatas después de la ingesta de un alimento específico.
         Heces con moco y sangre en lactante.
         Malabsorción y enteropatía perdedora de proteínas.
         Vómitos, diarreas o disfagia subagudas o crónicas.
         Alteración en el crecimiento.
         Síntomas gastrointestinales en paciente con atopía.
         RGE sin respuesta a manejo convencional.
         Cólico infantil de difícil manejo.
Ante la aparición de algún signo de sospecha de alergia a alimentos, deberemos realizar una valoración sistemática que en resumen se hará en 3 etapas: 1º. Identificar y relacionar la clínica del paciente con alimentos implicados: HC y exploración. 2º Identificar si existe IgE específica y por tanto sensibilización 3º Diagnóstico definitivo: comprobar si la sensibilización a dicho alimento es la responsable clínica paciente (prueba provocación).
Una vez diagnosticada la existencia de una alergia alimentaria, el primer cometido es informar al paciente sobre la necesidad de llevar a cabo una estricta eliminación del alimento o alimentos en cuestión, salvo en casos concretos en que valoremos la opción de realizar un tratamiento inmunoterápico o inducir una tolerancia. No obstante en un meta análisis publicado recientemente en el caso de la alergia a proteínas de leche de vaca, los beneficios en favor de la inmunoterapia oral son contundentes, en comparación con dietas de exclusión.
La eliminación del alimento implica una cuidadosa información de posibles alimentos que por su similitud deban ser evitados. La reactividad cruzada es muy extendida entre muchos tipos de alimentos, debido a la existencia de panalérgenos (tropomiosinas, LTP, etc.). En el caso de huevo y leche de vaca, hay una alta posibilidad de encontrar trazas de lo mismo en una ingente cantidad de productos alimenticios: dulces, galletas, charcutería, etcétera.
En los niños con alergia a la lactoalbúmina o lactoglobulina de leche de vaca desde hace muchos años se han utilizado formulas hidrolizadas derivados de la caseína como el Nutramigen, normalmente con buena tolerancia.
En todo caso a pesar de todas las precauciones y consejos, siempre existe la posibilidad de ingesta accidental; debemos educar al paciente a reconocer los síntomas de alergia, para iniciar de inmediato un tratamiento, que en casos mínimamente graves debe ser la autoaplicación de adrenalina precargada.
Desensibilización oral
Consiste en la ingesta de dosis crecientes del alimento, hasta conseguir la tolerancia del mismo, siendo necesaria la no interrupción de su administración, para mantener esta tolerancia. La mayoría de los estudios realizados se ha llevado a cabo con leche de vaca y con huevo. Realmente el mecanismo implicado no se conoce, si bien algunos autores han conseguido demostrar la presencia de cambios inmunológicos, como la negativización de pruebas cutáneas, o la disminución de IgE específica, incluso aumento de IgG4. En tales casos la frontera entre desensibilización e inmunoterapia específica es realmente incierta.5
Se suprime de la dieta todo tipo de leche de vaca y derivados
v  Nunca debe interrumpirse el cumplimiento del plan de alimentación.
v  Se debe respetar estrictamente la selección de los alimentos permitidos, así como las formas de preparación.
v  Tratar de variar lo más posible los alimentos y formas de preparación dentro de lo indicado para que el tratamiento sea más placentero.
v  Procurar no tener en la heladera ni al alcance de los niños, aquellos alimentos prohibidos para evitar transgresiones o equivocaciones.
v  Si habitualmente su hijo/a come en el colegio, se recomienda hacer una copia de las indicaciones y entregarla al responsable del comedor o directivo a cargo.
v  Se recomiendan las preparaciones "caseras". Es difícil confiar en las comidas elaboradas fuera del hogar. Al comer fuera de su casa, recomiende a sus hijos pedir las comidas más sencillas y haga preguntas específicas al personal del restaurante acerca de los ingredientes de las comidas en el menú. Deben evitarse los alimentos fritos y los alimentos preparados con pasta para rebozar, incluso si esa pasta no contiene productos lácteos, el aceite que se use para freír los alimentos puede haber sido utilizado para freír algún otro alimento que sí contenía leche. La contaminación cruzada puede ser un problema sobre todo en los servicios de buffet en los cuales las cucharas para servirse pasan a menudo de un contenedor a otro, entre los cuales puede haber comidas que contengan leche o productos lácteos.
v  La "contaminación cruzada" también puede ocurrir fácilmente en casa. Asegúrese de usar distintos cuchillos (de los que usan todos los integrantes de la familia) para untar margarina y preparar sándwiches, y utilizar distintos contenedores para las papas fritas, las galletitas u otros alimentos que la gente podría tocar después de haber tocado algún queso u otro producto lácteo. (en picadas por ej.)
v  Además de no beber leche y derivados, las personas alérgicas a la proteína de la leche de vaca deben leer con mucha atención las etiquetas de todos los alimentos que deseen comer y hacer todas las preguntas necesarias para obtener más información.
v  Tenga en cuenta que sólo porque un alimento lleve la etiqueta "no es un producto lácteo", no significa necesariamente que no tenga leche. Incluso una etiqueta que indique "sin leche" puede ser engañosa. Por ejemplo, se afirma que algunos quesos de soja no tienen leche, pero pueden contener proteínas lácteas de todos modos.
v  Por esa razón siempre es importante leer todas las etiquetas de los alimentos.
v  La denominación de "Aromatizante": puede ser de queso, de manteca o tener leche.
v  El término "caldo deshidratado": utilizado en la elaboración de sopas, cubitos de caldo, salsas de tomate, etc. ya que pueden contener también ciertas grasas sin especificar.
v  El término "grasas animales" sin especificar, ya que puede tratarse de nata o manteca.
v  La denominación "proteínas": pueden utilizar proteínas de leche sin especificar el contenido.
v  Caseína.
v  Aditivos espesantes: Caseinatos (de amonio, calcio, magnesio, potasio, sodio).
v  Cuajadas, natillas.
v  Lactoalbúmina, fosfato de lactoalbúmina. Lactoglobulina.
v  Lactosa.
v  Leche (derivados, proteína, sólidos, malteada, condensada, evaporada, deshidratada, entera, baja en grasas, sin grasas, desnatada).
v  Turrón.
v  Crema agria, sólidos de crema agria.
v  Suero lácteo (sin lactosa, desmineralizado, concentrado de proteína).6
Bebidas
         Bebidas gaseosas.
         Café.
         Té.
         Fórmulas lácteas sustitutas de la soya, agua.
         Bebidas de frutas.
Panes
         Pan de trigo, blanco o de centeno. Tostada francesa hecha con leche.
         Bizcochos, roscas, magdalenas, galletas saladas, bizcocho tostado. Tostada
         francesa hecha con leche.
         La mayoría de los panes y bollitos preparados comercialmente contienen leche
·         productos lácteos.
Cereales
         Cualquier cereal al que no se le haya añadido leche o productos lácteos.
·         Postres
         Merengue, gelatina, helado, batido de fruta o torta cabello de ángel.
         Pasteles, galletas, pasta de hojaldre sin leche o productos lácteos.
Huevos
• Preparados sin leche.
Grasas
         Aceite vegetal, grasa de carne, tocino, manteca, salsa sin leche.
         Margarina sin sólidos lácteos.
         Margarina sin leche.

Es bien conocido que la mejor forma de alimentar a un recién nacido o lactante es administrando la leche de su propia madre. La evolución del niño desde el momento del nacimiento, en ocasiones por condicionantes fisiológicos de inmadurez o por patología que afecta el aparato digestivo, de origen infecciosa, alérgica o disregulación inmunoalérgica, puede ser alterada por una serie de situaciones en las que el niño debe ser alimentado con fórmulas especiales (una fórmula procedente de la leche de vaca, convenientemente modificada).
Es también frecuente que los niños alérgicos a la leche de vaca lo sean al huevo y al cacahuete; también se ha observado una fuerte asociación entre la alergia a estos tres alimentos y la dermatitis atópica.
En los niños que presentan estas reacciones se han descrito una serie de anomalías inmunológicas con mayor producción de células Th2, implicadas directamente en la síntesis de IgE, después de la activación de las CD4, en detrimento de la TH1, responsables de la inmunidad celular y general; por ello a mayor número de infecciones menor producción de Th2 y descenso de la incidencia de los procesos alérgicos.
Clásicamente, estas reacciones que aparecen más o menos tiempo tras la ingesta de leche, se han clasificado en alergia o intolerancia.
El diagnóstico de la alergia a la proteína de la leche de vaca se basa en la positividad de uno, varios o todos los puntos citados a continuación:
o   la clínica típica, citada, tipo reacción inmediata;
o   la IgE total elevada;
o   la presencia de anticuerpos IgE en sangre, específicos anticaseína, antibetalactoglobulina, antialfa lactoalbúmina, también conocidos por RAST (test radioinmunoabsorbente) positivo a la caseína, betalactoglobulina y alfalactoalbúmina;
o   prueba cutánea positiva ("prick" positivo), con la aparición de maculopápula tras ligera punción en la piel del antebrazo, sobre la que previamente se había colocado una gota con el extracto de la proteína a probar;
o   prueba del parche positiva, basada en un principio semejante al anterior.
En ocasiones todas las pruebas de laboratorio son negativas; si la clínica es sugestiva, no se puede descartar el diagnóstico de alergia a la proteína de la leche de vaca, y desde el punto de vista dietético se debe excluir cualquier alimento con proteína de leche de vaca y considerar al niño alérgico, incluso en ausencia de pruebas de laboratorio que lo apoyen; en ocasiones el niño no es alérgico a la proteína nativa a partir de la cual se ha elaborado el kit de laboratorio con el que se ha practicado el prick y el RAST, sino más bien al oligopéptido parcial subproducto de la digestión en su intestino de la proteína nativa.
El diagnóstico de intolerancia a la proteína de la leche de vaca se basará en:
o   la clínica: proceso malabsortivo, de aparición lenta e insidiosa, con deposiciones anormales o vómitos esporádicos;
o   IgA sérica elevada, por encima de los niveles que cabe esperar a esa edad;
o   esteatorrea y/o creatorrea elevadas;
o   en raras ocasiones IgE y RAST positivo a alguna de las proteínas de la leche de vaca.
o   Si se practica una biopsia intestinal, que no está en absoluto indicada, se apreciarán al examen histológico unas vellosidades de aspecto normal, junto con zonas de atrofia vellositaria severa (atrofia parcheada), con un discreto aumento de eosinófilos en la lámina propia.
La alergenicidad de una proteína, definida como la capacidad que tiene una determinada molécula de desencadenar una reacción alérgica en individuos sensibles, depende de tres factores:
1)      De su peso molecular; por debajo de un PM de 2000 daltons es raro que motive reacciones alérgicas, aunque no las descarta;
2)      De la secuencia de los aminoácidos;
3)      De la configuración de la proteína en el espacio;

·         las dos últimas condicionan la aparición de epítopes, o parte limitada de la molécula a la que el anticuerpo IgE o el receptor del linfocito se une; a mayor peso molecular, mayor número de epítopes.
Por ello, para conseguir disminuir la alergenicidad de una proteína se deberá:
1)      Reducir el peso molecular, con lo que se disminuirá el número de epítopes, hidrolizándola por el calor y por procedimientos enzimáticos.
2)      Calentarla con la finalidad de alargarla, “plancharla”, lo que inducirá desaparición de los epítopes conformacionales.
3)      Posteriormente por ultrafiltración se conseguirá reducir algunos aminoácidos, que pueden conferir mal gusto.
Las fórmulas hidrolizadas (Tabla I) se consideran de alto grado de hidrólisis o hipoalergénicas si el PM de los péptidos residuales no excede de 2.000 dáltons; con estas fórmulas se puede alimentar un lactante alérgico a la proteína de la leche de vaca, con cierta seguridad de que no va a presentar una reacción indeseable. Esta seguridad no es absoluta, ya que siempre existe la posibilidad de que sea alérgico a los oligopéptidos residuales, aun con un PM por debajo de 2.000. Por ello, obtendremos mayor seguridad con la administración de:
ü  Una fórmula de soja intacta o hidrolizada.
ü  Una fórmula a base de aminoácidos libres sin ningún tipo de oligopéptido (fórmulas elementales).
Existen en el mercado otras fórmulas hidrolizadas pero de bajo grado de hidrólisis o fórmulas hipoantigénicas, también conocidas simplemente por fórmulas HA, cuyos péptidos residuales oscilan entre 10.000 y 20.000 dáltons de PM; su indicación prioritaria en principio fue la de alimentar a lactantes con alto riesgo de padecer alergia a la proteína de leche de vaca, con la finalidad de prevenir esta alergia; se consideraron lactantes de alto riesgo aquellos con un familiar de primer grado afecto, con un nivel de IgE en sangre de cordón superior a 1 UI/ml y con un nivel de IgE en sangre materna de 120 UI/ml.
En lo que se refiere a las fórmulas de soja, en la infancia y más en el periodo de la lactancia, sólo se deben usar las enriquecidas con metionina, taurina y carnitina, aminoácidos deficientes en la soja, y además deben estar exentas de estaquiosa y rafinosa, dos polisacáridos presentes en la haba de soja que no pueden ser hidrolizados por el intestino humano; las que se pueden hallar en polvo, en el mercado español reúnen estos requisitos, además de estar basadas en concentrados de proteína de soja; no sucede así con los conocidos yogures de soja, o leches líquidas de soja, que no los reúnen y por ello no deberían ser administrados a lactantes de corta edad.7
La alergia a las carnes es poco frecuente, aunque se han descrito diferentes cuadros clínicos tras la ingestión, inhalación o contacto con productos cárnicos, con síntomas de gravedad variable. En la alergia a la carne de mamíferos, se han implicado varios alérgenos (seroalbúminas, gammaglobulina sérica bovina, actina y tropomiosina). Aunque hay publicados algunos casos de reactividad clínica tras la ingestión de carne de ternera en niños alérgicos a la leche de vaca y se ha llegado a hablar de una asociación de hasta un 13-20%, la experiencia clínica confirma que esta asociación es infrecuente. Los niños con alergia a las PLV, aunque a menudo tienen pruebas cutáneas con carne de ternera positivas, casi siempre la toleran. Algunos de los pacientes alérgicos a la leche y con sensibilización a seroalbúmina bovina (BSA) pueden presentar síntomas si la carne está poco cocinada, ya que se trata de una proteína termolábil. La alergia a la carne de cerdo, conejo o caballo es infrecuente y los casos publicados son escasos, siendo la carne de cordero la menos alergénica de todas las de mamíferos. Aunque la alergia al huevo es la alergia a alimentos más prevalente, la alergia a la carne de estos animales es poco frecuente. Se han descrito diferentes alérgenos responsables de la alergia a la carne de pollo, pero las albúminas sérica de pollo (a-livetina) son el antígeno principal responsable de la reactividad cruzada entre las plumas de pájaro y la yema de huevo, asociación denominada “síndrome ave-huevo”. Las carnes de pavo y de pollo presentan una alta reactividad cruzada entre sí.
El huevo de gallina es el que se consume preferentemente en la alimentación humana, y es una de las principales fuentes de proteínas de alto valor plástico con bajo coste económico, lo que favorece su alto consumo. Este hecho unido a sus características proteicas y alergénicas, hacen que sea la causa más común de alergia a alimentos en la infancia. La prevalencia estimada de alergia al huevo oscila entre el 0,5 y el 2,7 de la población general. La introducción del huevo sobre los 12 meses de edad hace que el debut de la clínica y su frecuencia sean máximos en la población pediátrica. En los pacientes con dermatitis atópica, es frecuente la sensibilización a las proteínas de huevo, independientemente de que produzca síntomas o no. En los niños con alergia a la leche, la prevalencia de alergia al huevo llega al 50%. Una situación especial es el inicio de los síntomas en la edad adulta tras haber tolerado huevo anteriormente, como sucede en el síndrome ave-huevo o en la alergia ocupacional en trabajadores expuestos a las proteínas del huevo. Son factores de riesgo para padecer alergia al huevo: la carga atópica familiar, la alergia a la leche de vaca y la dermatitis atópica. En el lactante, se ha demostrado la posibilidad de sensibilización al huevo antes de su introducción en la dieta, vía intrauterina, por contactos inadvertidos o por la exposición a las proteínas del huevo a través de la lactancia materna. En estos lactantes sensibilizados al huevo, pueden aparecer síntomas ya con la primera ingestión. La clara de huevo es más alergénica que la yema. El alérgeno más importante de la clara de huevo es el ovomucoide (OVM), seguido por la ovoalbúmina (OVA), la conalbúmina y la lisozima. La OVA y el OVM son parcialmente termoestables, manteniendo su inmunogenicidad tras 20 minutos de hervor, por lo que son los alérgenos más relevantes del huevo, siendo la OVA la proteína más abundante en la clara de huevo. La sensibilización a OVM puede ser útil como marcador de persistencia clínica de alergia al huevo y para predecir la tolerancia al huevo cocido. La conalbúmina y la lisozima son menos estables al calor y resultan antígenos más débiles, pero su interés no es despreciable, ya que la lisozima se encuentra como alérgeno oculto en otros alimentos (quesos) y algunos medicamentos. El principal alérgeno de la yema es la α-livetina o albúmina sérica de gallina, que está implicada en el síndrome ave-huevo, que consiste en que los pacientes se sensibilizan a las proteínas del ave por exposición a las plumas, excrementos, suero o carne y, posteriormente, desarrollan reacciones alérgicas tras la ingestión de huevo y/o carne de pollo. Este alérgeno es parcialmente termolábil, lo que explica que los pacientes toleren tanto el huevo como la carne si están bien cocinados. Existe reactividad cruzada entre los huevos de diversas aves (gallina, pavo, pato, gaviota) y, en los individuos alérgicos a la clara de huevo, con frecuencia se observa sensibilización a la carne de pollo, pero con buena tolerancia a su ingestión, ya que la alergia clínica a la carne de pollo es infrecuente.
ALERGIA A LA PROTEÍNA DE PESCADO.
El pescado representa un importante elemento nutritivo para la mayoría de las poblaciones humanas, pero es un alimento frecuentemente implicado en reacciones alérgicas en las zonas de elevado consumo. La alergia al pescado puede desarrollarse tras su ingestión, contacto o inhalación de sus vapores. Ocasionalmente, esta respuesta IgE puede ir dirigida frente a proteínas de agentes biológicos contaminantes, como sucede en el caso del pescado parasitado por el nematodo Anisakis sp. Se trata entonces de una alergia al Anisakis, y el individuo puede comer pescado no parasitado sin presentar ningún síntoma. El pescado es una de las causas más comunes de alergia a los alimentos, ocupa el tercer lugar en incidencia después de la leche y el huevo y tiene mayor prevalencia entre los individuos atópicos. La alergia al atún, caballa y pez espada es menos común, y muchos pacientes con alergia a otros pescados pueden tolerar estos, hallazgos que apoyan la impresión clínica de que el pescado azul tiene menor alergenicidad que el blanco. Al igual que para la alergia a otros alimentos, los factores de riesgo más importantes son: los antecedentes de atopia y la exposición por cualquier vía a estos alérgenos. En un contacto previo con el pescado (a través de la madre en el embarazo, durante la lactancia materna, tras la exposición a vapores de cocinado o tras el contacto directo o la ingestión), el sistema inmunológico podría reconocer como extraños determinados epítopos y desarrollar una respuesta IgE específica. Las parvalbúminas son los alérgenos mayoritarios del pescado, son proteínas termoestables que pueden resistir el cocinado prolongado, el ácido y la acción enzimática intestinal, pudiendo ser vehiculizada en aerosoles y vapores de cocción, por lo que puede inducir sensibilización y reacciones alérgicas tras una exposición por vía, tanto digestiva como respiratoria. Además, distintos métodos de preparación pueden alterar la alergenicidad de algunos pescados, como sucede con el atún, favoreciendo su tolerancia y, por ello, muchos individuos refieren prurito orofaríngeo con el atún fresco y toleran el atún en conserva.
En cuanto a la reactividad cruzada, los pacientes con alergia al pescado pueden tolerar otras especies, y dicha tolerancia es mayor para aquellas especies menos relacionadas. Aunque algunos sujetos alérgicos al pescado pueden reaccionar a los crustáceos y otros mariscos, no se ha podido demostrar reactividad cruzada entre estos dos grupos de alimentos. 8




El sistema inmune de algunos individuos que en condiciones normales debería tolerar bien los alimentos, reacciona de manera patológica exagerada frente a antígenos (Ag) ingeridos y da lugar a la alergia alimentaria. Es similar a cualquier respuesta inmunitaria: se necesita un estímulo antigénico, una carga genética adecuada y un ambiente determinado.
Los datos sobre la prevalencia de la alergia a los alimentos son poco precisos, porque varían según su definición, las poblaciones de estudio, la metodología empleada, las variaciones geográficas, la edad, tipo de dieta y otros factores. Aunque la prevalencia de la alergia a los alimentos está sobreestimada por la población general, y solo se confirma en un tercio o menos de los casos mediante pruebas de provocación, sí se ve una tendencia ascendente, al igual que en otras enfermedades alérgicas.
Evitar completamente ciertos alimentos es muy dificultoso si no existe una educación nutricional intensa y continua; y ocasionalmente resulta inevitable la exposición aunque sea sólo en muy pequeñas cantidades por su presencia en muchos alimentos elaborados.
Debe acentuarse, entonces, la importancia de realizar y mantener una alimentación suficiente, variada y completa a pesar de las exclusiones, porque es en los mismos niños en los que se busca lograr y mantener un desarrollo adecuado. Por todo lo enunciado es que se hace necesaria una evaluación nutricional completa tanto al inicio de la dieta como durante el tiempo que dure la misma
La elección de la fórmula en el caso de los lactantes se basa en el conocimiento de sus componentes y en los principios biológicos que rigen el desarrollo de una alergia alimentaria. El concepto esencial es que la supresión de la proteína desencadenante es el único tratamiento necesario.

















BIBLIOGRAFÍA


1.      Capítulo 29: Carne, pescado, huevos, leche y productos derivados. (2018). Retrieved from http://www.fao.org/docrep/006/w0073s/w0073s0x.htm
2.      Plaza Martín, A. (2018). ALERGIA A PROTEÍNAS DE LECHE DE VACA. Retrieved from http://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/5-aplv.pdf
4.      Alergia a la proteína de la leche de vaca. Propuesta de Guía para el manejo de los niños con alergia a la proteína de la leche de vaca. (2018). Retrieved from http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S032500752009000500016
5.      Gutiérrez Fernández, D. (2018). MANUAL PRÁCTICO DE ALERGIA ALIMENTARIA. Retrieved from https://www.researchgate.net/publication/289375645_MANUAL_PRACTICO_DE_ALERGIA_ALIMENTARIA
6.      Echeverría, C. (2018). Publicación Científica sobre Nutrición Clínica. RECOMENDACIONES DIETÉTICAS DIETA DE EXCLUSIÓN EN LA ALERGIA A LA PROTEÍNA DE LECHE DE VACA. Retrieved from http://www.aanep.com/revistas/rnc3_2008.pdf
7.      Tormo Carnicer, R., & de Carpi, J. (2018). Alergia e intolerancia a la proteína de la leche de vaca. Retrieved from https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/iplv.pdf
8.      Alergia a los alimentos. (2018). Retrieved from https://www.pediatriaintegral.es/publicacion-2018-03/alergia-a-los-alimentos